Huella ecológica

La huella ecológica es el indicador estadístico que permite calcular la demanda en la naturaleza; es decir, calcula la cantidad de recursos naturales requeridos para la sostenibilidad de una población y de su economía. Lo que se mide es el contraste que tiene esa población con un área biológicamente productiva y en consonancia con los recursos disponibles en la zona que habita, es decir, la biocapacidad de su ecosistema.

Mediciones

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Las estadísticas de la huella ecológica son estimadas por distintos organismos gubernamentales y no gubernamentales, siendo el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) uno de los más reconocidos. Cada uno de ellos tiene diversas metodologías, fórmulas y criterios para efectuar las mediciones, aunque las conclusiones a las que llegan no tienen diferencias notables entre sí.

Con frecuencia, este indicador ecológico realiza estudios a tres escalas: la global, la nacional y la urbana. En la global, se busca resumir el modo en que la biocapacidad aumenta o disminuye en el mundo, viéndolo en su contexto general, unificando los países y continentes que participan en el proceso de intercambio de recursos. De esta forma, es posible analizar el modo en que esta huella afecta al planeta.

huella ecológica definición

En la nacional, el objetivo de las mediciones es más específico, pero igualmente engloba a un país entero. Se toman en cuenta su industria, sus áreas rurales y urbanas, y también el tipo de actividades que se llevan a cabo en sus reservas naturales, a fin de contemplar el nivel de explotación de que son objeto. Se estudia además el país en su contexto, para ver la relación que tiene con las zonas ecológicas y las actividades humanas de otras naciones.

En la urbana, los cálculos son más delimitados. Así, el enfoque se centra en las ciudades, no por ser las áreas más representativas de un país, sino porque constituyen el núcleo más preocupante de la conservación ambiental. De hecho, es en los centros urbanos donde se observa, de una forma más dramática, cómo ocurre el desequilibrio de la biocapacidad y la pérdida de la proporción que debería haber entre el ecosistema y la humanidad.

Tomando como referencia lo precedente, se logra una mayor comprensión de los hechos concretos vinculados a la intervención del hombre en la naturaleza. Así, este indicador ecológico implica que, cuanta mayor sea su huella, mayor será el impacto que tiene la especie humana en su entorno. Esto, desde luego, no puede ser entendido a cabalidad sin mirar antes un sinnúmero de factores relacionados con el objeto de estudio, razón por la cual el análisis es sumamente complejo.

Reseña histórica

Formalmente, los primeros estudios sobre la huella ecológica se llevaron a cabo desde inicios de la década de 1990, en las instalaciones de la Universidad de Columbia Británica. En su momento, las investigaciones pensaron en medir el carbón, el alimento, la vivienda, los bienes y los servicios. También midió en la cantidad de Tierras que se necesitarían para poder sostener el nivel de crecimiento demográfico, así como el consumo de los recursos naturales que utiliza.

Tales estudios consideraron muchos factores, siendo de interés el del consumo per cápita y el consumo por hectárea. En sus comienzos, se diseñaron modelos estadísticos para calcular este indicador en Canadá, y para probar su precisión se incrementó el alcance del estudio a los Estados Unidos, China, Japón, el Reino Unido y Suiza. Más tarde, se amplió al resto del mundo, y se incluyeron más variables: energía, biomasa, infraestructura y muchos más que hasta ese momento habían sido ignorados.

Desde el 2006, la huella ecológica añade a sus modelos de cálculo estadístico más factores, como la biodiversidad existente, la productividad agropecuaria y la superficie terrestre que se ve afectada por la intervención humana. No son pocos los entes que, sean gubernamentales o no gubernamentales, han hecho esfuerzos por mejorar esta metodología y de conseguir que sus mediciones sean mucho más precisas, lo cual genera una mejor comprensión de los problemas medioambientales del siglo XXI.

La presencia de las universidades en esta ardua labor ha permitido una mayor rigurosidad en el continuo estudio de este indicador estadístico aplicado a la ecología. Actualmente, son muchas las casas de estudio que colaboran activamente con personal para efectuar estos importantes análisis y, sobre todo, para incrementar los datos recolectados, a partir de los cuales se comparan los resultados obtenidos.

Críticas

Entre 1999 y el 2014 han surgido cuantiosas publicaciones académicas sobre la validez de la huella ecológica como indicador estadístico. Generalmente, las revisiones le han dado el visto bueno, apuntando a que los estudios han aportado información interesante y valiosa para que la economía mundial sea dirigida hacia horizontes más amigables con el planeta. Asimismo, esta información, como la de la biocapacidad, puede encauzar a los gobiernos para que tengan mejores políticas agropecuarias, comerciales y de industrialización.

Por contraste, las críticas que han surgido no han tachado ningún defecto sobre la medición de la huella ecológica, sino que han alertado sobre la necesidad urgente de matizar las conclusiones desprendidas de ella. Por ejemplo, se ha puntualizado que varios medios han acusado a los países más contaminantes como “parásitos”, y los menos contaminantes como “paraísos”, sin detenerse a pensar en si son naciones desarrolladas o subdesarrolladas.

huella ecológica países

Además, se ha creído necesario que se incluyan muchas más variables a las ya utilizadas recientemente en los cálculos (por ejemplo, los desechos nucleares). Se intenta, por ende, que los entes responsables de estos estudios hagan hincapié en una metodología que sepa combinar la teoría con la práctica. En sí, también se quiere que los datos numéricos sirvan de base para demostrar o refutar posturas ecologistas que hasta entonces se venían defendiendo sólo en la teoría, sin ningún respaldo empírico o experimental. 

Huella ecológica en el mundo

Huella ecológica

Los estudios más recientes han determinado que los mayores índices de huella ecológica se localizan en los países desarrollados o en vías de desarrollo, a menudo con gran aparato industrial. Esto quiere decir que tienen niveles más altos de contaminación y que sus recursos naturales son más vulnerables, pues están más expuestos a la explotación del hombre. Para el 2013, la Footprint Network la calculó en 2,8 hectáreas por persona, y se estimó que el planeta sobrepasó en un 30% su biocapacidad.

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