Médula espinal
En anatomía, la médula espinal es un delgado cordón de forma cilíndrica, e incluso algo aplanada, que se extiende por toda la columna vertebral. Desde la parte final de lo que se denomina romboencéfalo (es decir, desde la base del cráneo) hasta el coxis, la médula espinal adquiere una longitud que la convierte en una estructura caudal, es decir que dentro del sistema nervioso central posee una forma similar al de la cola alargada.
Estructura
Aspecto general
Midiendo entre 45 y 43 centímetros de longitud, la médula espinal tiene curvaturas que siguen de cerca las de la columna vertebral. Su reducido espesor, de apenas 1 centímetro, así como su ligero peso que no supera los 30 gramos (suele pesar 25 gramos), hacen que esta parte del sistema nervioso central sea sumamente delicada, aunque al mismo tiempo es bastante compleja. A nivel cervical y dorsal, esta parte del cuerpo humano (que por cierto también está presente en otros vertebrados) se subdivide en varias partes.
Morfología interna y externa
En lo que concierne a los seres humanos, la médula espinal está compuesta de dos sustancias comunes a los demás órganos del sistema nervioso central: la sustancia gris, que se halla en el interior y se despliega continuamente, y la sustancia blanca, que rodea la sustancia gris y le da la típica forma de mariposa con alas abiertas, la cual puede apreciarse con un corte transversal de las vértebras. El epéndimo, ubicado dentro de la sustancia gris, es un canal por el cual pasa el líquido cefalorraquídeo.
Desde la médula espinal se ramifican los nervios que se dirigen a las demás partes del cuerpo humano, con excepción de la cabeza. Para cumplir con sus funciones a cabalidad, este largo cordón se encuentra recubierto por tres membranas (se denominan meninges) que lo mantienen protegido; un rol que a su vez es complementado por la presencia de vértebras que lo rodean, sin contar con los propios huesos de la espalda.
De las dos sustancias señaladas, sólo la sustancia blanca está formada a partir de células gliales, además de fibras motoras, de asociación y sensitivas. Cuando estas fibras cumplen idénticas funciones, crean haces; son grupos de fibras que, estando alrededor de la sustancia blanca, realiza una labor específica dentro del sistema nervioso. Cada uno de estos haces tiene nombres técnicos diferentes, aunque la mayoría de ellos son sensitivos y de asociación. Una minoría corresponde a los haces motores.
La estructura específica de esta parte del sistema nervioso central tiene semejanzas y diferencias dependiendo del animal del que se hable, aunque tiene aspectos comunes en todos los vertebrados (los invertebrados no tienen esta estructura, su red neuronal corresponde a otra categoría), como por ejemplo los peces, los mamíferos y los reptiles. De hecho, hay haces de fibras caudales, como la famosa “cola de caballo”, que no están en las aves, pero sí en los seres humanos.
Segmentos medulares
Como prueba visible de lo anteriormente dicho, cabe destacar que el número total de segmentos medulares no varía demasiado entre algunos de los vertebrados más representativos. Mientras en los seres humanos llega a 31, los perros y los gatos poseen 36, en tanto que una vaca tiene 37, un caballo 42 y un cerdo 38. Estas especies mencionadas tienen por igual 8 segmentos cervicales, pero sólo la humana tiene un único segmento caudal, que en el resto de estos citados animales alcanza la cifra de 5 segmentos.
La nomenclatura utilizada para denominar cada uno de los segmentos medulares está basada en la que se utiliza para nombrar las vértebras que componen la columna vertebral. De esta manera, los 31 segmentos de la médula espinal están comprendidos por 8 cervicales, 12 torácicos, 5 lumbares, 5 sacros y 1 coccígeo. A medida que se desciende por la columna vertebral, se puede observar una estructura sin cambios notables, con excepción de la caudal, donde el aspecto es mucho más fino.
Funciones
Las funciones de este canal nervioso pueden resumirse a la comunicación de los impulsos nerviosos. Sin embargo, es preciso explicar que hay roles específicos dentro de este rol general, el cual se encuentra distribuido en las distintas partes que constituyen esta zona del cuerpo humano, con sus matices en los demás vertebrados.
Como se ha dicho antes, la sustancia blanca, debido a su conformación estructural, tiene por función establecer las comunicaciones sensitivas, motoras y de asociación con las demás partes del cuerpo humano. La sustancia gris, en cambio, se encarga de un par de labores fundamentales: la primera, que consiste en retransmitir las señales neuronales que existen entre el encéfalo y la periferia del sistema nervioso, y la segunda, en la cual se establece un centro de operaciones para la realización de los actos reflejos.
Por consiguiente, las funciones de la médula espinal pueden resumirse en dos:
Conducción de impulsos nerviosos. Para que puedan cumplirse las órdenes, como el movimiento y los reflejos, es preciso que el cerebro reciba la información procedente de los receptores que, necesariamente, debe pasar por este cordón cilíndrico. Lo mismo en sentido inverso; cuando el cerebro emite una instrucción, es preciso que este cordón la conduzca a los órganos de recepción, a fin que se pueda realizar una tarea determinada.
Manifestación de los actos reflejos. En fracciones de segundo es posible que, ante un estímulo definido como una aguja, se pueda sentir dolor y, por consiguiente, se retire la mano de ella para proteger a la persona. En estos casos, los músculos se contraen como producto de un efecto natural, de algún elemento del medio ambiente que provoca respuestas sensoriales.
Trastornos, enfermedades y patologías
La médula espinal puede sufrir varios daños que afectan no solamente la salud del paciente, sino su calidad de vida. A menudo, los traumatismos músculo-esqueléticos, producidos por accidentes, ocasionan graves lesiones que perjudican la capacidad que tiene una persona para caminar y sentir estímulos en sus extremidades; en estas circunstancias, el individuo puede quedar discapacitado temporal o permanentemente.
Aparte de esto, el surgimiento de enfermedades es un factor no menos importante en el daño neuronal de esta parte del sistema nervioso central. Un caso típico lo tenemos en la Esclerosis Lateral Amitriófica padecida por Stephen Hawking, cuyas facultades motrices fueron severamente disminuidas. La presencia de tumores, inflamaciones, infecciones y otras patologías degenerativas también pueden afectar negativamente en la comunicación que tiene el cerebro con la periferia neurológica, así como los actos reflejos.
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