Celtas

En la Europa Central y Occidental entre los siglos VIII y I a.C. convivían una serie de tribus feroces y guerreras que compartían muchas costumbres, les llamaban celtas y conformaron una cultura enigmática que a duras penas ha sido trasmitida por tradición oral. Los pocos textos sobre ellos que llegaron hasta nuestros días los describen como bárbaros, pues fueron escritos por los pueblos enemigos.

Antes de que el imperio romano se expandiera, todo el territorio europeo integrado por países como Italia, Hispania (la actual península Ibérica), la Galia (la actual Francia), Grecia, Anatolia, los Balcanes y más, habían sido invadidos por los celtas, pero los romanos rápidamente se apoderaron de todo ese territorio y persiguieron a esta civilización hasta los confines de Europa. Precisamente, son los textos romanos los que definen esta cultura como bárbara, pero hoy te contamos muchos otros detalles que te harán verles desde una óptica diferente.

Dos Grandes períodos

La cultura celta se puede entender a partir de dos grandes períodos. Uno es el de Hallstatt (800 y 500 a.C.), y el otro es el de La Tène (500 a.C. y 50 d.C); estas son sus cualidades principales.

celtas

Hallstatt

Recibe su nombre del cementerio Hallstatt de Austria. En ese período este pueblo era habilidoso con el hierro y eran excelentes jinetes. Asimismo, establecieron un imperio comercial a partir de la exportación de sal y otros bienes. Fue una época suntuosa en la que los jefes vivían en las colinas con abundantes joyas,  oro y plata.

La Tène

Los guerreros celtas que cruzaron los Alpes en el siglo IV a.C. procedían de la cultura de La Tène, llamada así por un poblado junto a un lago en Suiza. tuvieron contacto con los de Hallstatt, pero se diferenciaron porque fue de ellos de donde nos llegó el arte celta.

Las leyendas celtas

Según nos informan los textos romanos, la cultura celta adoraba a más de 300 dioses, aunque tenían dioses locales tribales principales. Su sistema de creencias se basaba en parte en las leyendas. Entre las más conocidas y extendidas por toda Europa tenemos:

Tristán e Isolda: cuenta la historia de amor entre un joven llamado Tristán y una princesa irlandesa llamada Isolda, conocida popularmente como “La blonda” (la rubia). Ambos tienen diferencias culturales y morales (Tristán es el “bárbaro”), pero luchan por su amor. La historia sirvió de inspiración a artistas como Wagner y Dalí.

Cessair y Fintan: cuenta la historia casi bíblica de la fundación de Irlanda. La historia de ambos personajes busca conjugar las tradiciones clara­mente célticas del origen de Irlanda con la tradición cristiana, mez­clando los relatos de ambos mundos.

San Patricio y los leprechauns: trata de unos elfos que habitan en Irlanda y se pasan la mayor parte del tiempo fabricando zapatos y vigilando sus almacenes de oro. En Irlanda hasta hay un museo dedicado a estos personajes.

Grandes guerreros

Como mencionamos en un principio, los celtas fueron guerreros fieros, eran los enemigos potenciales de los griegos y los romanos y también fueron grandes saqueadores.

Los griegos y los romanos los consideraban enemigos temibles, pero también creían que eran muy indisciplinados. Y es que hasta en la apariencia los guerreros de la cultura celta diferían mucho a los de estas dos grandes civilizaciones.

Un soldado celta llevaba el pelo blanqueado con cal y vestía pantalones en vez de túnica. Asimismo, llevaba joyas y una colorida capa a cuadros. Sus armas principales eran una larga espada de hierro, una lanza y un gran escudo de piel. Le daban gran importancia al casco y la cota de malla le daban una protección adicional, aunque hay muchos textos que nos dicen que los guerreros celtas iban desnudos a la batalla.

Los celtas conformaban una sociedad predominantemente guerrera, el fracaso en la batalla les golpeaba mucho más fuerte que a las culturas griega o romana, e incluso en ocasiones los jefes celtas se suicidaban para no sufrir la humillación de la derrota. Nacían para pelear y morían en la batalla.

Las festividades

Pero no todo era guerra para la cultura celta, también les gustaba celebrar, y aunque se te haga difícil creerlo hay fiestas que celebramos hoy en día que provienen directamente de este pueblo. San Patricio, Samhain (Halloween) o la Fiesta de Beltane son quizás las celebraciones de origen celta más extendidas y populares en el mundo.

Sin embargo, hay algunas celebraciones que aún hoy día entre los grupos que quedan de este pueblo se celebran. Por ejemplo, los ceilidhs, un encuentro social de donde se baila el step dancing al son de instrumentos tradicionales.También están los festivales de música celta, como el de Ortiguiera o el Intercéltico de Avilés, en España. En Escocia e Irlanda encontramos sitios de celebración celta como los pubs, un lugar ideal para hablar, beber y pasar el tiempo con música de fondo. Si algún día quieres visitar un pub, ve a The Temple Bar en Dublín, o The Last Drop, en Escocia; son los mejores.

El Arte Celta

Como anteriormente mencionamos, la cultura de La Tène se caracterizó por su abundante expresión artística, pero no nos referimos a escultura ni pintura, sino más bien a la orfebrería, porque bien es sabido que los celtas, como los leprechauns de sus leyendas, amaban el oro y los metales y piedras preciosas.

Puede que por siglos se les haya acusado de bárbaros, pero lo cierto es que el pueblo celta tenía una gran sensibilidad estética. De hecho erigieron monumentos preciosistas que significaban un culto a la naturaleza. Los Toros de Guisando (Ávila), en España son un ejemplo de ello.

Además, tenemos evidencia de su caligrafía ornamental inigualable, a través del famoso Libro de Kells. Asimismo, sus más preciosas prendas de joyería también venían con inscripciones realmente dignas de admiración.

De manera que la comparación de la cultura celta con los bárbaros no es más que un mito que buscó generar polémica y desprestigio.

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