Purépechas o Tarascos

Durante el período del México Precolombino, una civilización conocida como los Purépechas (o tradicionalmente llamados los Tarascos) se asentó en el actual estado de Michoacán, partes de Jalisco y Guanajuato. Y aunque no sea una cultura tan mentada como los Aztecas o los Mayas, lo cierto es que para el momento de la conquista española, su territorio era el segundo más habitado de Mesoamérica.

Las evidencias arqueológicas señalan que el área tarasca ha estado habitada al menos desde principios del período Preclásico. Algunas evidencias líticas tempranas los ubican antes del 2500 aC, pues se han encontrado puntas acanaladas y utensilios de piedra. El radiocarbono por su parte, encuentra asentamientos arqueológicos que caen alrededor del año 1200 aC; de ese período, la cultura del preclásico más conocida en Michoacán es la cultura Chupicuaro, dentro de la cual, los juegos de pelota y otros artefactos demuestran una influencia de Teotihuacan en la región. Sin embargo, los Purépechas como una gran civilización tardarían unos siglos en asentarse. Hoy queremos compartirte un poco de la historia de este pueblo mesoamericano.

Debates sobre el nombre

¿Purépechas o Tarascos? La palabra “purépecha” quiere decir vasallo en la lengua homónima, haciendo referencia al común de la población. Por otro lado, la palabra “tarasco” viene del vocablo tarasque que significa ídolo, yerno o suegro en lengua originaria y fue posiblemente utilizada para referirse a los nobles y gobernantes del estado. De manera que, esta cultura puede ser mencionada bajo ambos nombres, aunque en la lengua originaria ambos títulos hagan distinciones sociales.

Actualmente, solo pervive la lengua purépecha en un grupo pequeño de más de 100.000 personas que toman este nombre en las tierras altas del estado mexicano de Michoacán. Y debido a su política aislacionista, no comparten muchos rasgos con las otras lenguas mesoamericanas.

Un pueblo de artesanos y arquitectos

¿Haz oído hablar de Tzintzuntzan? el significado de la palabra es “lugar de los colibríes” y así era como se le llamaba a la capital, un lugar repleto de mosaicos coloridos, con importantes obras arquitectónicas y de ingeniería. Pero el papel de los colibríes iba mucho más allá, las plumas de esta ave eran sinónimo de prestigio y quienes las portaban eran personas que tenían acceso a muchos lujos.

Tzintzuntzan era la ciudad de poder donde se asentaban los gobernantes, pero otras ciudades importantes como Pátzcuaro o Zacapu eran más bien centros sagrados. En todas, la presencia de la pirámide escalonada es una constante.

Lo más curioso es que los Tarascos fueron una civilización muy avanzada por derecho propio, pues nunca fueron conquistados por los Aztecas como sucedió con gran parte de los pueblos precolombinos. Así que todo el ingenio que vemos en sus obras, no devienen de la cultura azteca sino que poseen iniciativa propia.

Gobierno monárquico y teocrático

Como la mayoría de las culturas prehispánicas, los purépechas eran politeístas. Su gobierno era monárquico y teocrático al mismo tiempo, es decir, los dioses designaban al elegido para gobernar. En ese sentido, dioses como Curicaveri (el gran fuego), Kuerajperi (el gran viento), Xarátanga (madre luna), Pehuame (deidad del parto), Nana Cutz (madre encorvada o luna) y Tata Jurhiata (padre sol), jugaban un rol fundamental en la elección del gobernante.

Más ampliamente, la religión tarasca estuvo centrada alrededor de un universo de tripartito: el cielo, la tierra y el inframundo. En ese sentido, de entre los dioses antes mencionados, existía una trinidad suprema: Curicaveri (que también era el dios de la guerra), su esposa Kuerajperi (el viento, la lluvia y la fertilidad) y la más importante Xarátanga (madre tierra, mar y luna). Así vemos que, su sistema de creencias y de gobierno era fundamentalmente matriarcal.

Como mencionamos anteriormente, los purépechas no fueron sometidos por los Aztecas, por lo que desarrollaron un sistema de gobierno independiente. Sin embargo, para mantenerse en la cima del poder debieron librar varias batallas, entre las que destaca una feroz guerra contra los mexicas en el año 1479 d.C. Pero el pueblo Purépecha no pudo ser sometido gracias a su conocimiento y manejo del metal. En otras palabras, mantuvieron intacto su sistema de gobierno no solo gracias a sus dioses y sino al dominio de la metalurgia. Y de hecho, luego de la guerra, ellos enseñaron a los mexicas y a otros pueblos este arte.

Vida económica

Bajo un sistema de gobierno aislacionista, este pueblo se dedicaba a la  alfarería, escultura, arquitectura, pintura y orfebrería durante el período de su apogeo. Pero en un principio, las bases de esta civilización se levantaron a partir de la caza (especialmente de las tortugas) y la pesca. Esta última actividad era de gran envergadura porque el estado tarasco se centraba en la cuenca del lago de Pátzcuaro.

Asimismo, los tarascos labraron la tierra y fueron excelentes agricultores, tanto como para mantener a su población de número importante.

Sin embargo, lo que definió la estabilidad no solo gubernamental sino económica de los purépechas fue como antes mencionamos la metalurgia. El dominio del bronce fue su secreto y su maestría del éxito.

La caída

Resistieron a sus enemigos precolombinos, sin embargo, ante la llegada de los españoles el pueblo purépecha cayó, y no digamos que por la ferocidad de los europeos, sino porque su población y sus fuerzas habían menguado mucho por la viruela. Tomando esto en consideración, el rey o cazonci purépecha Tangaxuan II no pudo más que jurar lealtad como vasallo del rey de España sin luchar en el año 1525.

El cazonci recibió a los españoles con oro y grandes presentes en su primera visita y cuando volvieron con la intención de conquistar, fueron recibidos por un ejércitos de 100 000 guerreros, pero contrario a lo que pudieran pensar, no pelearon, sino que presentaron su rendición ante Cristóbal de Olid y su ejército. Por  su cooperación, los españoles le permitieron a los purépechas un alto grado de autonomía. De esta manera, tanto Cortés como Tangaxuan eran considerados y respetados como gobernantes de Michoacán en los años siguientes.

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