Los bizantinos
Los bizantinos fueron un imperio cristiano medieval de cultura griega, la cual su capital estaba en Constantinopla o Bizancio. Los orígenes de este imperio de los Bizantinos, se remontan a la etapa final del imperio Romano.
Al inicio abarcaba todo el Mediterráneo Oriental, pero con el tiempo se fue reduciendo grandemente los territorios.
Un consenso general en cuanto al inicio del imperio de los Bizantinos, no existe.
Para muchos historiadores, la fecha clave viene siendo la fundación de Constantinopla en el año 330, para otros el acta de nacimiento de este imperio es la muerte de Teodosio I en 395, donde el imperio Romano fue totalmente dividido en dos, oriental y occidental.
Otros creen, que puede hablarse con total propiedad del imperio bizantino, a partir del momento en el que fue depuesto el último emperador romano de occidente, Rómulo Augústulo, en el año 476.
Los bizantinos y la construcción de un imperio
A través de todo su milenio de existencia, los bizantinos fueron un bastión del cristianismo que impidió el avance del islam hacia Europa Occidental.
Fue uno de los grandes y principales centros de comercio del mundo, cimentando una moneda de oro muy estable, que circuló por toda el área mediterránea.
Además de esto, influyó de modo determinante en las leyes, los sistemas políticos y las costumbres de gran parte de Europa y Oriente Medio.
Y gracias a él, se mantuvo y se transmitieron muchas de las obras literarias y científicas del mundo clásico y de otras culturas.
La transformación del imperio de los bizantinos en una entidad cultural distinta de Occidente.
Puede verse como un proceso que se inició cuando el emperador Constantino I El Grande, movió la capital a la antigua Bizancio. Continuó con la separación definitiva del imperio Romano en dos partes tras la muerte de Teodosio I.
El imperio adquirió un perfil marcadamente diferente al del viejo imperio Romano.
Los bizantinos pueden ser definidos como un imperio multiétnico que emergió como un estado cristiano, que culminó sus más de 1000 años de historia en 1453 como un estado griego ortodoxo, obteniendo un carácter realmente nacional.
Reflejaban su patriotismo, en la literatura, particularmente en canciones y en poemas como el Digenis Acífras. En donde las poblaciones fronterizas se enorgullecían de defender a su país de los invasores.
Con el tiempo el patriotismo, se hizo local por que no podía ya descansar en la protección de los ejércitos imperiales.
Y aun así, cuando los antiguos griegos no fueran cristianos, los bizantinos se enorgullecían de estos ancestros.
Historia de los bizantinos
Para proteger el control del imperio romano y hacer más eficiente su administración en el imperio de los bizantinos, el emperador Diocleciano. Este instituyó el régimen de gobierno conocido como tetrarquía, firme en la división del imperio en dos partes, gobernadas por dos emperadores augustos.
Pero tras la renuncia de Dioclesiano, este sistema perdió vigencia y esto provocó un periodo de guerras civiles que no concluyó sino hasta el año 324, cuando Constantino I El Grande unificó ambas partes del imperio.
Bizancio fue reconstruida como nueva capital en 330, por Constantino, quién la llamó nueva Roma, pero se le conoció popularmente como Constantinopla.
En la ciudad, tuvo lugar la nueva administración, que gozaba de un envidiable momento estratégico y estaba ubicada en el nudo de las más importantes rutas comerciantes del Mediterráneo Oriental.
El Cristianismo fue adaptado primeramente por Constantino, religión que fue incrementando su influencia a lo largo del siglo IV y culminó por ser proclamada por el emperador Teodosio I.
Después de la muerte del emperador Teodosio I, el imperio de los bizantinos se dividió finalmente.
Su hijo mejor Flavio Honorio heredó Occidente con capital en Roma, mientras que su hijo mayor, Arcadio, le correspondió Oriente con capital en Constantinopla.
La decadencia del imperio de los bizantinos
Después de un periodo de esplendor que supuso el renacimiento macedónico, en el siglo XI comenzó en el imperio de los bizantinos. El cual fue un periodo de crisis marcado por la creciente feudalización del imperio, y su debilidad ante la nueva aparición de dos enemigos: Los turcos selyúcidas y los reinos cristianos de Europa Occidental.
Desde la frontera oriental, los turcos selyúcidas enemigos de los bizantinos. Que se centraban en el derrocamiento del Egipto Fatimí, empezaron a adentrarse en la Asía Menor de donde procedían la mayor parte de los soldados del imperio.
Y con la derrota en la batalla de Manzikert del emperador romano IV Diógenes a manos de Alp Arslan, quién era sultán de los turcos selyúcidas, terminó la hegemonía bizantina en Asia Menor.
En occidente los bizantinos fueron expulsados de Italia por los normandos en unos pocos años.
Y conquistaron luego Dyrrachium, en Iliria, desde donde pretendían abrirse camino hasta Constantinopla, pero la muerte de Roberto Guiscardo en 1085, evitó que estos planes se llevaron a cabo.
Sin embargo, pocos años después, la primera cruzada se convertía en un quebradero de cabeza para el emperador Alejo I Comneno.
También los alemanes del Sacro Imperio Romano, los normandos de Silicia y el sur de Italia, siguieron atacando al imperio de los bizantinos durante el siglo XII, las ciudades-estado y las repúblicas italianas como Venecia y Génova, a las cuales Alejo había concedido derechos comerciales en Constantinopla, pasaron a ser los objetivos de sentimientos antioccidentales a causa del resentimiento existente hacia los francos o latinos.
La desconfianza bizantina al implicarse en la cruzada, hizo que los cruzados tomaran por asalto a Constantinopla en 1204, dando así origen al efímero imperio latino.
Por primera vez desde su fundación por Constantino, más de 800 años antes, la ciudad había sido tomada por un ejército extranjero y el poder bizantino pasó a estar permanentemente debilitado.
Los bizantinos y la caída de Constantinopla
Tras la reconquista de la capital por Miguel VIII Paleólogo, la historia de Bizancio y los bizantinos es la de una prolongada decadencia.
En el lado oriental el avance del ejército turco redujo casi a la nada los dominios asiáticos del imperio bizantino, convertido en algunas etapas en vasallo de los otomanos. En los Balcanes debió tener competencia con los estados griegos y latinos que habían surgido.
El imperio durante el tiempo sobrevivió sencillamente porque, selyúcidas, mongoles y persas safávidas, estaban sumamente divididos como para poder practicar un ataque.
Pero finalmente los turcos otomanos, lograron ocupar todo lo que quedaba de las posesiones de los bizantinos, a excepción de unos cuantos ciudades portuarias.
El imperio de los bizantinos eligió a Occidente en busca de ayuda.
Pero el resto de los estados ponían como condición la unión de la iglesia católica y la ortodoxa nuevamente.
Por esto, la unión de las iglesias fue considerada, y llevada a cabo por decreto legal, pero los ortodoxos no aceptarían el catolicismo romano.
Constantinopla fue en un inició desestimada en pos de su conquista debido a sus poderosas defensas, pero con la llegada de los cañones, y las murallas, ya no ofrecía la protección necesaria frente a los turcos Otomanos.
Así, la caída de Constantinopla se produjo después de un proceso de dos meses de la mano de Mehmet II el 29 de mayo de 1453.
El último emperador bizantino, Constantino XI Paleólogo, fue visto por última vez cuando entraba en combate con las tropas de jenízaros de los sitiadores Otomanos, que superaban en su totalidad a los bizantinos.
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